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Cátedra DOW/URV de Desarrollo Sostenible - Notas de desarrollo sostenible


TERROMOTO DE HAITÍ: TAMBIÉN UN PROBLEMA DE DESARROLLO

   Articulo disponible en versión PDF.

El pasado 12 de enero de 2010 hacia las 16 horas (hora local haitiana), la tierra sacudió el país centroamericano. La fricción entre las placas del Caribe y Norteamérica (Figura 1) generó un movimiento sísmico de consecuencias dramáticas. No obstando, su magnitud de 7.0 en la escala de Richter, no es suficiente por si sola para explicar la desgracia.

                                                                                                                                   

Figura 1: Representación esquemática simplificada de las placas tectónicas. Observe la zona de fricción entre las placas del Caribe y Norteamérica, responsable del terremoto de Haití. Fuente: WorldAtlas.com.

                                                                                                                                        

La escala de magnitud de Richter fue desarrollada en 1935 por Charles F. Richter, del Instituto Californiano de Tecnología y se determina a partir del logaritmo de la amplitud de las olas registradas por los sismógrafos. Debido a la natura logarítmica de la escala, cada incremento en un número entero en la magnitud del terremoto, representa un incremento de 10 veces en la amplitud de las olas, asociado a la vez aproximadamente por 30 de la energía liberada, que responde a la formula E= 1.74x10(5x1.44M), mesurada en Joules.

                                                                                                                                   

Tabla 1: Escala de Richter

 

Magnitud

Número medio por año

Efectos típicos

Energía liberada de la magnitud en negrita (Joules)

< 3.4

800.000

Detectado por sismógrafos

1,37x1010

3.5-4.2

30.000

Sensible en interiores

1.91x1010

4.3-4.8

4.800

Sentido por la mayor parte de la población, temblor de ventanas

2.71x1011

5.5-6.1

500

Daños ligeros en edificios, grietas, desprendimiento de objetos

1.45x1013

6.2-6.9

100

Daños importantes: caídas de partes prominentes de edificios y daños en fundamentos

1.47x1014

7.0-7.3

15

Daño serios : torsión de puentes, fracturas en muros y peligro de colapso de edificacions

2,09x1015

7.4-7.9

4

Gran daño , colapso de la mayor parte de edificaciones

7,88x1015

> 8.0

Uno cada 5-10 anys

Destrucción total, ondas de superficie, etc.

5.70x1016

                                                                                                                                 

Según el Servicio Geológico Norteamericano, ya durante 2010 se ha producido otro de magnitud 7.1 en las Islas Salomón, sin víctimas mortales, y durante 2009, 17 de intensidad igual o superior, siendo el de Sumatra (1117 muertes) el de consecuencias más dramáticas (Figura 2).

                                                                                                                                   

Figura 2: Terremotos de magnitud 7.0 o superior sucedidos durante 2009. Fuente: United States Geological Survey.

                                                                                                                                   

Durante el siglo XXI, diez terremotos han superado las 1000 víctimas mortales, con magnitudes entre los 6.1 (2001, Afganistán) y los 9.1 del movimiento asociado al tsunami de 2004, responsable de más de 200.000 víctimas, principalmente en el sudeste asiático. (ver http://earthquake.usgs.gov/earthquakes/world/worlddeaths.php para un listado completo de acontecimientos sísmicos causantes de 1000 muertes o más des de inicios del siglo XX). Los países afectados por los mismos, (además de los mencionados, Irán, Indonesia, Pakistán, Argelia o China) y su rango de intensidades, parece poner en evidencia que, para entender las consecuencias de un terremoto, hace falta considerar variables geofísicas adicionales como la profundidad a que se produce o la génesis de tsunamis o desmoronamientos, etc..

Pero también, son igualmente importantes las características geográficas, demográficas y socioeconómicas de la región afectada: distancia respeto a los núcleos de población, número de habitantes, densidad de población, tipo de poblamiento y, también, la preparación del país tanto para prevenir los efectos de la catástrofe, como para mitigar rápidamente sus consecuencias. Así, es conocida la maestría de los japoneses en construcciones resistentes o las iniciativas de numerosos condados californianos de poner a disposición de la población protocolos de comportamiento ante la emergencia. El contado de San Bernardino, en el ámbito de acción de la famosa Falla de San Andrés, se vio afectado en 1992 por el terremoto de Landers, de magnitud 7.3. El mismo, provocó una sola víctima mortal, aunque numerosos daños materiales. Los habitantes del condado disponen de información oficial fácilmente accesible sobre qué hacer en caso de un acontecimiento sísmico (http://www.sbcounty.gov/bosd1/earthquakepreparedness.aspx).

Es también muy obvio que - aunque la actuación gubernamental tras el terremoto de Aquila (2009) fue muy discutida - la potencia del estado italiano hace que los afectados se encuentren hoy en una situación mucho mejor de la que podemos prever que se encontrarán los haitianos transcurrido un año del movimiento sísmico. El problema de Haití, pues, es tanto un geofísico, como de desarrollo. El Índice de Desarrollo Humano, calculado regularmente por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) representa una medida que considera tres dimensiones diferentes del desarrollo humano: vivir una vida larga y saludable (mesurado a partir de la esperanza de vida al nacer), acceder a la educación (mesurado a partir de la alfabetización de los adultos y el acceso masivo al sistema educativo) y el estándar de vida (mesurado a partir de la capacidad de compra y los ingresos de la población). Sus valores oscilan entre 1.0 (nivel de desarrollo máximo) y 0.0 (nivel mínimo). Aunque el mencionado índice tiene graves deficiencias, como el desprecio de los problemas de la iniquidad en los ingresos o la existencia de grupos de exclusión, nos puede dar una buena idea del nivel de desarrollo de un país, al menos de forma comparativa. Así, Haití (0,532 por 2009, ranking 149 de 182 países) se encuentra prácticamente al nivel de África subsahariana y por detrás de sus vecinos centroamericanos (ver Figura 3 y http://hdrstats.undp.org/se/countries/countryfactsheets/ctyfsHTI.html para más información) y contrasta con los niveles elevados de los países mencionados de otros países mencionados anteriormente (Japó: 0.960, 10o; Estats Units: 0956, 13o; Itàlia: 0.951, 18o).

                                                                                                                                   

Figura 3: Índice de Desarrollo Humano 1980-2005 para Haití y varias regiones del globo. Fuente: PNUD.

                                                                                                                                 

Evidentemente, la tardanza en el desarrollo del país (determinado por razones históricas y geopolíticas) incapacita el estado haitiano para llevar a cabo estrategias preventivas respeto a esta y otras amenazas naturales (recientemente se ha visto afectado por varios huracanes). Tampoco puede, por sí mismo, hacer frente a sus consecuencias ni siquiera garantizar unas condiciones mínimas por ser ayudado efectivamente. Nuestro mundo global debería tomar nota y trabajar seriamente para el desarrollo sostenible de los pueblos más allá de la ayuda puntual en caso de catástrofe.

                                                                                                                      

Dr. Enric Aguilar

Profesor del Departamento de Geografía - Universidad Rovira i Virgili

Director de la Cátedra DOW/URV de Desarrollo Sostenible

                                                                                                                                

                                                                                                                                  

Traducido por Ecaterina Untura,

Becaria de la Cátedra DOW/URV de Desarrollo Sostenible